La letra convertida en palabra y la palabra convertida en idea nos vuelca en una expresión, en un grito o un susurro, que nos lleva a mostrar al mundo lo que sentimos, es una ventana hacia esas composiciones que marcan y enmarcan lo que tiene que ser leído, conocido y compartido.
Escribimos para comunicar, para no callar y reclutar en el silencio las sensaciones que maquilamos en el alma, las lanzamos al viento y las plasmamos al papel, volviéndose así más nuestras y, al mismo tiempo, entregadas a nuevas mentes y nuevas almas como la tuya.
La interpretación, perspectiva y aprobación de lo leído corresponde solo a quien lee, quien escribe es dueño de lo que creó así como somos dueños de lo sentimos, eso es intangible… he ahí la magia, es eso lo que genera una sana y reconfortante dependencia a la palabra escrita, los pensamientos convertidos en algo palpable. Andrea Carolina